disparar y sangrar

“Hace tiempo, cuando se estrenó Grupo salvaje, de Sam Peckinpah, en la rueda de prensa una periodista alzó la mano y preguntó en tono inquisitivo: ''¿Qué necesidad creen que hay de mostrar tanta sangre?''. Ernest Borgnine, uno de los actores, respondió con aire perplejo: ''pero, señora, es que, cuando te disparan, sangras''. La película se filmó en plena de época de la guerra de Vietnam.

Me gusta esta frase. Posiblemente sea uno de los principios básicos de la realidad. Aceptar las cosas difíciles de desentrañar como cosas difíciles de desentrañar, aceptar el hecho de sangrar. Disparar y sangrar.

Es que, cuando te disparan, sangras.”

Hakuri Murakami, “Sputnik, mi amor”.

Lo sé, me estoy volviendo adicta a los libros. Aunque debo reconocer que he dejado la manía de que si empiezo un libro, debo terminarlo. Demasiadas amarras y una tortura eterna si dicho libro no me gusta.

Estaba leyendo esto de disparar y sangrar. Suena tan obvio, pero a la vez no. O sea, si estoy en un banco, lo asaltan, me disparan y no sangro es porque soy un alien-amiga de E.T.

Pero, ¿si es un disparar de esos en que no ves la bala?

Sangras igual. Y es peor, porque no ves donde te afectó la herida realmente. Puede ser en la cabeza, en el estomago, en el corazón, en un ojo o en todos lados. Sólo sabes que duele y que hay que hacerse cargo de ese dolor (si no lo hace uno, quién).

Pero el aceptar las cosas difíciles, aceptar sangrar… ¿le quita mérito al cuidarse?

Si estoy en la misma fila del banco, lo asaltan y tengo la posibilidad de esconderme ¿por qué no hacerlo?

¿Soy valiente? ¿Soy cobarde?

Al final todo se reduce a una cosa: si el disparo no es real, no te mata.

foto: flickr "careenin"

Si me entendió, clap clap para usted (hoy me siento un poco enredada).